Para los que necesitan sentir el papel. Para los que hacen anotaciones al margen. Para los que subrayan frases. Para los coleccionadores de libros. Para los que tienen un hueco en el librero. Para quienes necesitan un libro y que la mesa deje de bambolearse. Para los que no han entrado a la era de las tablets. Para mi madre. Aquí publico la colección de cuentos que inspiraron la saga de novelas de ciencia ficción que me ha llevado tanto tiempo escribir. Adquirir libro
jueves, 4 de agosto de 2016
Camino a la redención
Durante los siglos XI y XII de la era del Señor, la secta cristiana conocida como los cátaros se esparció por toda Europa. Alcanzó su mayor influencia en la región de Languedoc. Felipe II de Francia y el papa Inocencio III acordaron eliminar, de una vez y para siempre, las inconveniencias de esta herejía. En el año de 1208 se realizaron los preparativos y la primera batalla ocurrió el 21 de julio de 1209. En este histórico escenario, Pierre Leclerq, pretendiendo huir de sus penas, remordimientos, pecados e incluso de sí mismo, viaja al sur de Francia en busca de los cátaros y de una anhelada absolución. Los eventos de la época medieval y la novela confluyen para dar vida a esta bella historia en la que personajes reales y ficticios nos hacen vivir un trepidante y emotivo “Camino a la redención”. Adquirir libro
Presentación de un libro
El día comenzó a las 6:00 de la mañana a pesar de ser sábado. Sin bañarme vestí la indumentaria casual del día anterior. Mientras Ramón estuvo listo, puse en una mochila la cinta canela, la extensión eléctrica, los cinturones de plástico y algunas herramientas. Unos minutos más tarde, Ramón y yo llevamos caminando el cuadro hasta el salón de fiestas donde sería el evento. Cuatro cuadras andando, el cuadro terminó pesándonos mucho. Sus dimensiones impidieron que lo metiéramos en ningún vehículo. Dejamos el cuadro en el salón, instalamos la extensión para la cafetera y el proyector, fijamos con los cinturones el adorno de huacales que Guadalupe y su prima Milagros idearon y acomodamos las sillas para el evento. Volvimos a casa, me bañé y vestí de acuerdo a las circunstancias. Regresé al salón de fiestas. Arrodillado a la tarima con la engrapadora de tapicería concluí el acabado de lo que sería la plataforma para la entrevista. Afortunadamente, no me engrapé la corbata... Leer más
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